Tutti Frutti, Little Richard

NIE DAM SIE

¿Cómo transformar a Rubinstein en Little Richard antes de que la dislexia me hunda en el charco de mi espada?. Barro y miseria son mis ojeras de libros en italiano. Cada día que despierto aspiro mi instinto, y el café, ya no es un lunar en el que puedo perderme. Prego.

Lautaro nos explicaba que cuando no existían las grabaciones, el escenario era el momento para escucharse. Entonces uno sabia cómo tocaba, o cantaba no en la ducha ni en la cama, sino junto a la reacción del público. Uno podía escucharse gracias a esa reacción.

En los oídos no tenemos párpados, entonces estamos obligados a seleccionar lo que escuchamos. Entendí muchas cosas. Hasta dónde puedo perder mi corazón en el futuro.

Muchas veces me siento aturdida de mi misma. No tuve la posibilidad de tocar un instrumento. Ni dejarme tocar. Entonces Rubinstein me ampara con sus teorías, y el azúcar viene en cubitos de magia negra.

«No estoy ciego porque sé que todo me rodea».» Nada en el arte puede ser lo mejor o lo peor, sólo diferente. Un artista debe ser único, un mundo en sí mismo». «Los intérpretes son buenos músicos y los compositores genios. La música es algo metafísico». «Tengo que mantenerlos atentos con mi emoción nada más». Consejos de un ser no humano. Mágico, auténtico. Luz en mi extranjero.
Intentó matarse, no pudo. Se trato de ahorcar y se cayò al suelo. Él era infeliz porque tocó mucho el piano y luego tuvo hambre. Al salir a la calle había vuelto a nacer , renuncio a su vida, y luego la recuperó.
¿Él sabía que eso nunca cambiaría? La gente de las butacas descansa en cemento liquido. Escuché una Big Band en el sadem, y eramos diez.

«Hay un momento en que los siento a todos aquí. Puedo hacer cualquier cosa. Puedo retenerlos como una notita en el aire. Y no respirarán porque van a esperar a ver qué es lo que pasa después». Arthur Rubisntein.

Y mientras suena «Andante sostenuto» del otro horrible-divertido, un viejo estaciona una bicicleta en la reja de mi raza. Apoya su nariz en mis ventanas, queriendo no quedarse visco en el reflejo que me oculta. Seria. Inventada.
Nadie va a bajar de mis piernas con corceles rojos. Porque detrás mio está la muerte, observando lo que escribo. Y ella me dijo que lo más hermoso que escribí, jamás fue escrito, porque me dormí.

Pude volverme loca en el camino. O pude haber nacido así. Un pedazo de mi alma se escapo de mi , por mi boca, y ahora baila mientras creo no tener nada más que hacer detrás del vidrio. Cierra los ojos y gira hasta desaparecer en mi pulso. Un fantasma con mi cara y mi sangre, una trampa.

Cada paso que acelero, sueño distinto. Camino y a mi derecha me acompañan los violines . A mi izquierda gente que me odia. Atrás mío está todo lo que pude haber echo y no hice. Adelante la inspiración , que me sienta en un arco de fuego apuntando al infinito.

Y aveces me hundo. Me conozco sin maquillaje. Bailo tango a oscuras. Aprendo los pasos en la competencia. La única manera que tengo de volver a la superficie habla en fricciones. Mi caballo de batalla nocturno. Mi saliva haciendo poesía. Mi música clásica.

El drama trae carcajadas inoportunas. Hay cambios de gravedad y mis manos se ponen lentas.
¿Dónde está la antena que conecta lo sublime con mi letra? ¿Dónde el sábado negro no es intemperie, sino algo inmundo?
Caldonia, de Louis Jordan era la única canción que Little Richard se sabía que no fuera de la iglesia.
Se va Arthur Rubinstein – Saint-Saëns – Piano Concerto No 2 in G minor. No tengo tanto tiempo.
Play Tutti frutti.

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